“Cine en tiempos de pandemia” una opción de entretenimiento que muchas familias eligieron en Bolivia y en el mundo. El compartir diferentes gustos en la variedad de géneros que ofrece el mundo del séptimo arte, fue un elemento importante que logró reunirlos para pasar el tiempo de confinamiento.
El cine boliviano como entretenimiento y reflejo de una cultura singular, tiene un camino marcado por varias producciones, que más de un espectador se animó a conocer; desde un drama enigmático como “Nación Clandestina”, pasando por una peculiar trama de “El día que murió el silencio” o simplemente sacar carcajadas con “¿Quién mató a la llamita blanca?” son un pequeño ejemplo de la creación de grandes directores, productores y todo el talento humano nacional que despliega el trabajo audiovisual.
Antes del confinamiento una de las últimas propuestas en cine nacional fue “Mi Socio 2”, que particularmente tuvo varios retrasos para su estreno. Pagó el precio de la inestabilidad política y social que se vivía en el país, y como tiro de gracia la llegada de la pandemia del Covid-19.
Estos conflictos obligaron a dejar de lado y por un periodo muy extenso, el desarrollo cultural y cinematográfico en Bolivia.
Trabajo en pandemia, un desafío para el cine nacional
El encierro provocó que muchos trabajos en distintas áreas sean replanteados. Teletrabajo y coordinación virtual, era a lo que el ciudadano debería adaptarse.
Proyectos cinematográficos y audiovisuales ya programados quedaban estancados al no poder salir a las locaciones, inclusive varios tuvieron que ser cancelados permanentemente.
Personas que dedican su vida a este rubro quedaron sin rumbo por varios meses, la interrogante era si volverían a realizar su trabajo nuevamente, y más aún, si podrían generar los recursos que les costaba tanto conseguir.
En conversación exclusiva para la Agencia de Noticias La Octava, Nayme Bustillos Salgado, Directora de la Escuela de Cine y Artes Audiovisuales (ECA) mencionó que antes de la llegada del COVID-19 se contaba con un equipo de trabajo numeroso, compuesto entre 50 a 80 personas, para rodajes cinematográficos. Había trabajo.
“Ahora se debe optimizar dejando de lado al amplio equipo que antes de la pandemia podía trabajar, ahora, un fotógrafo debe filmar, reduciendo así la posibilidad de generar empleo para otras personas, justamente por las evidente restricciones”, acotó Bustillos.
Henry Paul Unzueta Soria, Ingeniero en Sonido, Productor y Director de Cine, reconocido por su trabajo en “Los Hijos del último Jardín” como actor; “Pacha” largometraje donde participó como sonidista obteniendo el Premio a mejor sonido en el “Festival de Cine Latino – 2012” y varios trabajos en sonido; explicó que antes de la pandemia, al momento de coordinar un rodaje para una película, se contaba con un equipo humano y técnico importante; conformado por profesionales de punta quienes organizaban a la vez sus propios equipos de trabajo para cada área; por lo que se ofrecía un producto de calidad al público al terminar el proyecto, incrementando así el apoyo a productoras locales que se encontraban a un nivel creciente y gracias a la tecnología aumentaban las posibilidades de mejorar la creación audiovisual.
Todo esto tuvo su pausa (muy larga) con el encierro, se cancelaron varios proyectos, muchos otros no lograron concluir filmaciones, ocasionando pérdidas económicas grandes y afectando a las familias de quienes trabajan en el área audiovisual, argumentó.
A contracorriente y sin apoyo de instancias gubernamentales
“En Bolivia hacer cine es difícil por la falta de apoyo de instancias gubernamentales, existen empresas que quieren invertir en producción nacional; tenemos la capacidad y talento para generar grandes ideas” expresó Milton Guzmán Gironda, Director de fotografía en trabajos como “Oro Verde”, teleserie nominada a premiaciones en festivales de Europa con experiencia en producción y post-producción con trabajos como “Yawar” y “Cuestión de Fe”.
Guzmán resaltó que la producción boliviana bajó los niveles de audiencia por la falta de tecnologías que recreen escenarios como los vistos en películas de Hollywood, donde se muestran mundos ficticios con programas de edición avanzados, invirtiendo gran cantidad de dinero para obtener réditos en millones de dólares.
La gente joven se dedica a ver cine de superhéroes antes que una película nacional con crítica, contenido y sentido social.
Nayme Bustillos acotó que en nuestro país nos falta entender lo que es la “Economía Naranja”; Felipe Buitrago Restrepo, economista y autor del estudio La economía naranja, la define como:
“El conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual”. En otras palabras implica convertir el talento en dinero a través de proyectos que incentiven la creatividad de los artistas o emprendedores.
“Si promoviéramos nuestra cultura de la manera adecuada estaríamos en la palestra y sería la punta de lanza para ser un ejemplo a nivel Latinoamericano” recalcó Bustillos.
Por su parte, Unzueta señaló que se generó un conflicto en el circuito artístico, por la falta de apoyo de autoridades y la falta de fondos culturales.
Para regular el trabajo artístico y tener un respaldo legal, se intentó coordinar con el Gobierno una Ley en beneficio del arte y el cine nacional para generar mejores condiciones laborales. Sin avances notorios o representativos, subrayó.
Si bien existe la Ley No.1134 del Cine y Arte Audiovisual Boliviano aprobada en diciembre del 2018, con el que se pretendía impulsar la producción y postproducción de obras audiovisuales, tal medida quedó sin avances, adicionado además con la reducción de Ministerios (Culturas y de Comunicación) ya no se tendría una estructura para la puesta en marcha de la normativa.
Conozca la ley 1134 ►► https://www.asfi.gob.bo/images/MARCO_NORMATIVO/SERV_FINAN_/LEY_1134.pdf
Buscando alternativas de trabajo y difusión del cine nacional.
El desarrollo de las nuevas tecnologías y el acceso a internet en el mundo abren un abanico de oportunidades en la difusión a gran escala de una creación audiovisual. Al mismo tiempo crece la piratería; reduciendo ganancias a empresas cinematográficas. A raíz del mismo, se considera al denominado streaming o transmisiones en vivo como alternativa.
“Gracias al internet tenemos una ventana de posibilidades, más que todo para el cine boliviano. Ahora las plataformas están más adaptadas para compartir el material, ya no debemos esperar a que se realice un festival y acudir a eventos” afirmó Bustillos.
De igual manera consideró que se debe analizar el tipo de producto, no todos los proyectos cinematográficos son adaptables a las plataformas digitales.
Cuando el arte o cualquier producto creativo son compartidos al público de manera gratuita, es porque existen entidades que pueden financiarlo. Si el arte no es costeado o carece de apoyo económico debe generar sus ingresos para que el trabajo sea valorado, acotó Bustillos.
Milton Guzmán mencionó, que gracias a la pandemia se pudieron sacar nuevos protocolos para seguir con el trabajo, agregando el ítem de bioseguridad a los presupuestos. Entre lo primordial está el teletrabajo para coordinar reuniones, incentivar el hábito de vida saludable, el distanciamiento de 1,5 metros entre personas y en caso de rodaje con niños o personas mayores tener el correcto uso de barbijo e implementos de aseo detrás de cámaras. “Se necesita ser muy creativos para salir adelante, en especial en el cine no se pueden realizar los mismos protocolos que en otras áreas, lo que incrementa el precio de la realización de un trabajo audiovisual”, recalcó Guzmán
Identidad cultural para mostrarla al mundo
El COVID-19 llevó a muchos productores a reflexionar, en recuperar la identidad boliviana cinematográfica como epicentro de las directrices que directores, guionistas y todo el equipo técnico pueda realizar para ofrecer un cine nacional con miras a competir en países donde el séptimo arte es valorado por la sociedad, generando gran movimiento económico.
“En nuestro país tenemos tantos recursos culturales, para que se generen contenidos a la boliviana” resaltó Unzueta, a tiempo de rememorar lo que ocurre en la actualidad donde la sociedad tiende a mirar todo lo extranjero como algo maravilloso y nuestra esencia queda en segunda instancia.
“En el área rural es donde puede renacer la identidad nacional, porque siempre se cuentan las historias que hacen singular a nuestro país; con mitos y conocimiento de los abuelos a quienes no se les toma el interés”, aseguró el cineasta.
Unzueta destacó que una manera de recuperar nuestro valor como bolivianos e incentivar a los jóvenes es difundiendo el trabajo audiovisual con temáticas nacionales, donde un ciudadano se sienta identificado con cada personaje mostrado en una creación audiovisual.
Milton Guzmán afirmó “En nuestro mismo país los bolivianos no le damos importancia a nuestra cultura, no creemos que podemos llegar a grandes cosas, pero debemos cambiar para creer en nuestro potencial”
El cine con identidad no se refiere a que volvamos a realizar las películas de hace varios años, como Nación Clandestina o Ukamau; se debe reinventar la manera como realizamos el cine y sacar grandes historias de nuestra gente, acotó Guzmán.
Un encierro logró muchas visiones, pero la base de todas creer en nuestra creatividad desde distintos ámbitos, sea artístico o con el trabajo diario del ciudadano boliviano; por lo que pensar en grande, debe ser parte de nuestro día a día.
(Créditos fotografías de portada y centrales Ana Piroska)