Homenajearon a más de 180 personas que murieron cuando los militares tomaron el poder. Sin embargo, la junta aumento las protestas pese a las condenas internacionales.
El martes celebraron algunas protestas dispersas, pero con un número de manifestantes reducido, porque muchos birmanos temen salir a la calle. Un manifestante murió en la ciudad de Kawlin, “alcanzado por un disparo en el abdomen”, contó un socorrista.
El domingo se registraron 74 muertos, fue el día más sangriento desde el golpe de Estado. Varios estudiantes de medicina participaron en Rangún en el funeral de uno de los fallecidos el domingo, Khant Nyar Hein, de 18 años. Con batas blancas, hicieron el saludo de tres dedos frente a su féretro, en señal de resistencia, coreando “¡Nuestra revolución debe prevalecer!”.
También dierón un último adiós a varios manifestantes muertos en Hlaing Tharyar, un suburbio industrial de Rangún. “Paz a nuestros héroes” y “Que sus almas descansen en paz” fueron algunos de los mensajes publicados en las redes sociales.
Frente a la violencia, los habitantes de Hlaing Tharyar, decidieron huir. Llevarón sus pertenencias y mascotas en camiones, tuk-tuks o en vehículos de dos ruedas. “Se podía ver gente en las carreteras, hasta donde alcanzaba la vista, huyendo hacia sus zonas de origen”, comunicó un medio local.
Las personas detenidas en los seis distritos de Rangún donde se impuso la ley marcial se arriesgan a comparecer ante un tribunal militar. Se enfrentan a una pena mínima de tres años de trabajos forzados.