Según un nuevo estudio de la Universidad de Charleston (EE.UU.) liderado por Gregory Paul -investigador independiente, autor e ilustrador que trabaja en el ámbito de la paleontología- afirman que no solo hubo un Tyrannosaurus rex sino también una T. Regina y un T. Imperador.
Un equipo científico analizó antiguos huesos y estructuras dentales de 37 especímenes. Los científicos ya habían notado algunas las diferencias entre unos y otros, como la robustez de los fémures; sin embargo, estas diferencias se habían achacado a la edad o al sexo: más finos en hembras y ejemplares jóvenes; más gruesos para los machos y los tiranosaurios viejos.
«Proponemos que los cambios en el fémur pueden haber evolucionado con el tiempo a partir de un ancestro común que mostró fémures más robustos para volverse más gráciles en especies posteriores».
«Las diferencias en la robustez del fémur a través de las capas de sedimento pueden considerarse lo suficientemente distintas como para que los especímenes puedan considerarse especies separadas», explicó Gregory Paul.