“La Dama del Mundo”, Ángela Merkel, dejó la posición de canciller del partido alemán y su país la despidió con aplausos calurosos durante 6 minutos.
Merkel dirigió a 80 millones de alemanes durante 18 años y su trabajo fue un ejemplo no solo para Alemania, sino, para el uso de la política en el mundo. No asignó puestos gubernamentales a ningún familiar, no recibió pagos millonarios, no luchó contra los que la precedieron ni afirmó ser la creadora de glorias.
Tras su posición, Alemania quedó en las mejores condiciones y, en su despedida, se mantuvo como un solo cuerpo para despedir a su líder.
Merkel se destaca por su imagen y posición firme. Mediante una rueda de prensa se le preguntó si no tenía otro traje a parte del que siempre usa.
“Soy una empleada del gobierno y no una modelo”.
En cuanto a sus ingresos y su administración de tiempo, se le consultó si tenía personal de servicio en su casa para realizar los quehaceres.
“No, no tengo sirvientes y no los necesito. Mi esposo y yo hacemos este trabajo en casa todos los días”, respondió Merkel.
Esta respuesta llamó la curiosidad de los periodistas “¿Quién lava la ropa, tú o tu marido?”.
“Yo arreglo la ropa, y mi marido es el que maneja la lavadora, y suele ser de noche, porque hay luz eléctrica y no hay presión, y lo más importante es llevarse en la cama (…) Esperaba que me preguntaran por los aciertos y fracasos en nuestro trabajo en el gobierno”.
A pesar de su importante y destacado trabajo en Alemania, y, a comparación de muchos políticos alrededor del mundo, Ángela Merkel demuestra ser una ciudadana cualquiera, vive en el mismo departamento antes de ser canciller del país.
Se dice que Merkel es “la economía más grande de Europa”.