Seis personas, incluidos un guía local y un fotógrafo emprendieron una caminata que no fue sencilla. Había dos montañas al horizonte y hacia ahí avanzaron. De una manera inexplicable, parecían presentir que encontrarían al oso de anteojos.
“Sabía que lo íbamos a ver”, describe Andrea Fuentes, Coordinadora del Programa Jucumari.
El pasado sábado 4 de diciembre, el oso andino o de anteojos fue hallado y observado durante minutos. Comió, descansó, se levantó y se fue, tras percatarse que era observado, mirando de vez en cuando hacia atrás, donde estaban, a unos 60 metros, sus silenciosos observadores.
Era como un punto negro en medio de los colores del paisaje de la yunga. El Jucumari, oso andino u oso de anteojos que encontraron estaba comiendo bromelias.
Fueron 10 minutos valiosos para los investigadores del Programa Jucumari de la Fundación Gaia Pacha, quienes trabajan en la conservación de esta especie en el norte de Tiquipaya, donde está parte del hábitat del único oso que existe en Suramérica.
“Mantuvimos la vista en los binoculares (…). Nos quedamos hasta ver dónde iba el oso, y se escondió en una piedra. Esperamos, empezamos a caminar y nos fuimos acercando”, expresa Fuentes.
La principal amenaza de esta especie, catalogada como vulnerable, es la caza, es decir que lo matan porque, en algunas ocasiones, se come el ganado.