En el mes pasado de abril, Lizelle Herrera fue arrestada por tener un aborto en su casa en Texas. Unos meses antes, Brittney Poolaw fue condenada a cuatro años de prisión por “homicidio involuntario” después de perder su embarazo en Oklahoma.
Chelsea Becker, quien tenía adicción a las drogas, estuvo en la cárcel en California por 16 meses tras sufrir una muerte fetal. Y en 2015, Purvi Patel fue sentenciada a 20 años de cárcel en Indiana por “feticidio” tras buscar asistencia médica tras un aborto espontáneo.
Aunque las noticias sobre casos de este tipo son frecuentes en países como El Salvador o Guatemala, es poco conocido que Estados Unidos es una de las naciones de la región donde más mujeres van a la cárcel por causas asociadas a sus embarazos.