Por: Gary Antonio Rodríguez Álvarez (Economista y Magíster en Comercio Internacional)
Un nuevo año comienza y si aspiramos a un mejor futuro para el país, es bueno saber de dónde venimos, dónde estamos y a dónde queremos llegar. “El 2024 fue un mal año para el comercio exterior boliviano y el 2025 depende de un golpe de timón en las políticas públicas”, fue el diagnóstico y el pronóstico exteriorizados en conferencia de prensa por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) al finalizar la pasada gestión, respaldados en datos irrefutables que hasta podrían empeorar cuando sean conocidos los informes pendientes aún por recibir.
Los resultados del comercio exterior boliviano a septiembre del 2024 ya eran malos, por la caída global de casi 3.000 millones de dólares, fruto de la baja de las exportaciones en 1.643 millones y de las importaciones en 1.337 millones, algo solamente comparable con lo visto durante la pandemia, aunque en 2020 no se dio un déficit mientras que en los tres primeros trimestres del 2024 había ya un desbalance de 429 millones de dólares, consumándose un segundo saldo negativo consecutivo, por eso el menor crecimiento y el mayor desempleo en el país. No solo que “no entraron” más de 1.600 millones de dólares, sino que “salieron” más de 400 millones de la economía, justo cuando más divisas necesita el país.
De cara al 2025, si se quiere hacer mejor las cosas habrá que cambiar, especialmente cuando el propio Primer Mandatario admite que “se desacelera la economía, pero seguimos creciendo” y que el 2024 fue el año “más duro y complicado que ha enfrentado en lo que va de su gestión de Gobierno”, aunque está seguro que “con la unidad y el apoyo del pueblo boliviano vamos a seguir en esa línea y el 2025 va ser un año mejor que el 2024”, asegurando, respecto a las críticas a las deficiencias del modelo económico social comunitario productivo, que “no existen otras alternativas para el país”, algo que de veras suena presuntuoso, por decir lo menos, a la luz de los resultados objetivamente observados (“Luis Arce descarta recesión pese a que el 2024 fue el “más complicado y duro” de su gestión”, EL DEBER, 23.12.2024).
Con relación a esto último, convengamos que toda obra humana es perfectible; de ahí que, asimilar las lecciones aprendidas en 2024, frente a la tozuda defensa del “motorcito de la demanda interna” que hoy por hoy funciona a costa de un gran déficit fiscal, recogiendo el análisis realizado por el IBCE al evaluar la gestión pasada, no queda otra que aceptar que:
1) Ha sido un grave error soslayar la enorme importancia del comercio exterior, de las exportaciones como generadoras de divisas y de las importaciones como proveedoras de lo que precisamos para producir bienes y servicios.
2) Cuando las exportaciones bajan, la economía crece menos y decae el empleo, porque “las exportaciones son el sueldo del país”, de ahí que, ponerles frenos es un contrasentido.
3) Menos exportaciones, implica, menos dólares en Bolivia para financiar sus compras externas.
4) Por la falta de dólares se encarece la divisa y suben los costos de importación y producción.
5) Las caídas en la importación de Equipos de Transporte, Combustibles, Bienes de Capital e Insumos, tienen un fuerte impacto negativo sobre la actividad comercial y la producción, tanto en función del mercado interno como del mercado exterior.
6) Bolivia se ha vuelto fuertemente dependiente del abastecimiento externo, v. gr., en el caso de los combustibles, el 86% del diésel y 56% de la gasolina que consumimos son importados.
7) Abaratar la importación de lo que precisa el país es urgente, p. ej., no se debería aplicar ningún tributo a la importación ni a la comercialización interna de los combustibles; y, el diésel debe salir de la lista de “sustancias controladas” por los abusos que ello provoca.
8) Para no retroceder en la lucha contra la pobreza, el país necesita volver a crecer más y generar más empleos de calidad, a partir del sector privado.
9) Las exportaciones nunca fueron un problema, siempre fueron la solución; hoy más que nunca, la falta de dólares para importar lo que precisamos, pasa por exportar más y a más mercados.
10) Para exportar, se debe producir más que para el consumo interno y, para eso, invertir más.
Bolivia ha llegado a un punto de quiebre con la escasez de dólares que produce inflación e impacta en todo. El gran desafío es que el sector privado pueda invertir más y hacer florecer las Exportaciones No Tradicionales. Para ello, se impone un golpe de timón en el manejo del país, con tres garantías: Seguridad jurídica, seguridad de mercados y seguridad de buenas políticas públicas, en un trabajo sinérgico público-privado con visión y responsabilidades compartidas.
Construir la Bolivia Digna, Productiva, Exportadora y Soberana, con la que todos soñamos, es posible; pero, si continúan los avasallamientos a predios productivos, los bloqueos de carreteras y los frenos a la exportación, no llegaremos a ninguna parte. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, habría sentenciado el genio Albert Einstein.
Por: Gary Antonio Rodríguez Álvarez (Economista y Magíster en Comercio Internacional)