En la actualidad, los comportamientos del ser humano son tan impredecibles, hasta al momento de afrontar una situación incómoda, hay gente que puede llegar a ser más sensible en comparación a otras, a una experiencia traumática.
Esta persona puede llegar a sufrir efectos a largo plazo, efectos que podrían manifestarse por pesadillas, pensamientos negativos, entre otros, que llegarían a interferir con su vida cotidiana.
Este fenómeno se llama trastorno de estrés postraumático, o TEPT, y no es un fallo personal; más bien, es el mal funcionamiento de mecanismos biológicos que nos permiten hacer frente a experiencias peligrosas y que llega a ser tratable.
De acuerdo con la psiquiatra Ellen Vora, las experiencias traumáticas con frecuencia se almacenan en el cuerpo, el cual también reprograma el cerebro y cuando esto ocurre, la amígdala queda en una especie de estado de agitación, creando una ansiedad difícil de controlar y desproporcionada.
Nuestro cerebro queda en una alerta elevada, gracias a este trauma e incluso si la amenaza ya no existe.
Lucha, escape o bloqueo
Cada día muchas personas de diferentes edades viven experiencias traumáticas, personas víctimas de violencia doméstica, abuso sexual, desastres naturales, guerras, trata de personas, etc., y de esta manera logran activar una especie de lucha, escape o bloqueo al sistema de alarma cerebral.
Vora, mencionó: “Esas emociones vienen prediseñadas en nuestra genética y se empiezan a desarrollar en la infancia”, además, adjuntó: “El sistema aprende que hay una amenaza permanente y una vez que lo aprende, aunque salga de esa situación, se ha modificado, se ha hecho más sensible al estrés”.
Si encontramos una respuesta diseñada por huir ante este “trauma”, lamentablemente no hay escapatoria, se mantiene el estrés y esto provoca las alteraciones metabólicas, pues hace que nos preparemos para una acción.
La Memoria
Según Joelle Rabow Maletis, Educadora y Asesora en Psicología, un estrés sostenido puede producir la muerte en el hipocampo, una estructura fundamental para la memoria, produciendo problemas de memoria y concentración.
Por tal motivo, las experiencias de maltrato infantil, pueden crear recuerdos negativos y abrumadores, como también influir en recuerdos nuevos.
Con un trastorno de estrés postraumático, se le da demasiada primacía a las alarmas, y por tanto puede que te niegues las situaciones recompensantes.
Es como si el cerebro redujera su habilidad para reaccionar a ellas, para experimentar disfrute, en el caso de los niños, los traumas tienen un impacto en la manera que van construyendo sus relaciones.
Muchas personas viven con miedo, pero el miedo no es más que las sensaciones desagradables que sentimos: temblores, bloqueo, duda, sudoración.
Maletis, nos señala que un pequeño porcentaje de personas que viven traumas, tienen problemas persistentes que a veces desaparece temporalmente pero termina resurgiendo meses después.
El Tiempo
¿Realmente comprendemos lo que está pasando?, no, no lo hacemos, pero nuestro cerebro está constantemente activando una respuesta de lucha, huida y bloqueo, reduciendo su funcionamiento general y dando lugar a síntomas negativos.
Doctora Marianne Trent, Autora y Psicóloga Clínica, señaló para la revista Psychologies, que los traumas son tas distintos, puede pasar pocos o varios meses, incluso años, para que este aflore, pero no siempre se manifiesta como una dificultad mental.
Es fundamental pedir ayuda especializada si has vivido una experiencia de trauma, que nos lleva afectando.
“No hay que tener miedo ni vergüenza porque tener un trastorno de este tipo es como tener una tuberculosis o un problema intestinal, no te lo puedes curar solo. Tienes un problema emocional”, indica Marianne Trent.