En Suiza, investigadores de la Universidad de Ginebra (UNIGE) descubrieron una manera eficaz y directa de concientizar a la población mundial sobre los efectos del cambio climático y resolver esta amenaza: usar el lenguaje de las emociones.
Cuando el objetivo es sensibilizar a las personas, no se trata de apuntar al género, la situación socioeconómica, la edad, la ideología política o grado de valores, sino apelando a las emociones del público al que se quiere llegar.
Después de cinco años de investigación con más de 100 estudios preliminares, el Catedrático de Psicología del Desarrollo Sostenible de UNIGE, Tobias Brosch, llega a la conclusión de que el miedo y la esperanza inducen en los individuos el sentido de la responsabilidad colectiva, pues no generan parálisis ni insensatez ante la adversidad.
“Las personas que esperan sentirse bien al tomar medidas a favor del medio ambiente, se están comportando de manera más sostenible. Entonces debemos reforzar este cálido resplandor como palanca para las personas que están sujetas a ella, porque reforzará sus buenos hábitos y desencadenará un círculo virtuoso de acciones favorables al desarrollo sostenible a largo plazo”, dilucidó Brosh.