Este pasado 9 de marzo, el Papa arremetió contra los “nacionalismos cerrados”, asegurando que solo manifiestan la incapacidad “para la gratuidad” y la errónea persuasión de que cerrándose a los demás “estarán mejor protegidos”, además de señalar que el migrante no es un “usurpador”.
“Los nacionalismos cerrados manifiestan en última instancia una incapacidad para la gratuidad y la errónea persuasión de que pueden desarrollarse al margen de la ruina ajena y de que cerrándose a los demás estarán mejor protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada”, manifestó el Pontífice en una audiencia en el Vaticano.
Asimismo, el Papa advirtió de que con los nacionalismos cerrados se puede “ingenuamente” llegar a pensar que los pobres son peligrosos o no sirven para nada y que los “poderosos” son generosos benefactores.
Por otro lado, el Pontífice ha considerado que los flujos migratorios no pueden basarse en la utilidad de la persona, sino en el valor que representa en sí mismo.
“Siempre me ha llamado la atención, en los profetas, la recurrencia de las tres personas a las que hay que tener una atención especial: la viuda, el huérfano y el emigrante. Se repite en el Éxodo, en el Deuteronomio… La atención, el cuidado de las viudas, los emigrantes y los huérfanos es recurrente en la Biblia”, mencionó el Papa.